“El crossfit es una moda pasajera”.

Todos hemos escuchado alguna vez esa dichosa frase y hemos tenido que reprimir nuestras ganas de lanzar una kettlebell de treinta y dos kilos a la cabeza de aquel que nos lo dice.

Pues desde hoy eso se acabó. Tras bucear en los archivos históricos de la humanidad, podemos darnos cuenta de que la misma está plagada de referencias al crossfit.

Las primeras nos llegaron con los hombres de las cavernas, que tallaron las primeras ruedas. Colocaron un palo uniéndolas e hicieron los primeros `Power Clean´ y se embadurnaron las manos de ocre y cenizas, no para pintar sus cuevas, sino para que la barra no se les resbalara. Hasta nuestros días el crossfit siempre ha estado ahí.

Más adelante, los esclavos egipcios ya tiraban del trineo cargado con piedras mientras sus `coaches´ le alentaban, con un látigo, sí, pero les alentaban.

Algo parecido les pasaba a los condenados a galeras, que hacían Kcal. de remo al ritmo de la música. Como en un box.

Los antiguos griegos, nos dejaron en su rica mitología clarísimas referencias al entrenamiento funcional.

Atlas levantando el mundo con su técnica impecable o Filípides haciendo el WOD metabólico más cansado de la historia corriendo desde Maratón hasta Atenas.

En el norte del mundo, nadie entrenaba con el martillo como Thor el hijo de Odín.

La literatura clásica también nos muestra la existencia del crossfit. Todos sabemos que en la Divina Comedia de Dante el infierno tiene nueve niveles, pues en el último al fondo de todo, hay un box.

Pero no todo son leyendas, hubo personajes históricos que destacaron por su relación con el crossfit. Poniendo como ejemplo a Torquemada, el primer inquisidor. Alcanzó la fama por sus métodos de tortura y ahora sabemos que es descendiente directo de los coaches.

No podemos olvidar a los espartanos, ya convertidos en todo un símbolo crossfitero.

Y pondré un último ejemplo. Nerón el emperador romano, no por sus cualidades físicas sino porque cada vez que completo un `Hero´, pienso como él, no en ver arder Roma, sino el box.

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